7.8.17

77. ARRIBA y ABAJO: primeras reflexiones hacia una eScultura eSpiritual











 








ARRIBA Y ABAJO

Primeras reflexiones hacia una Escultura Espiritual

ABSTRACT

El individuo contemporáneo ha sido corrompido durante años alejándolo de lo que realmente es. Demasiadas son las distracciones que no nos permiten oírnos a nosotros mismos.
¡Si el supiera lo grande que puede llegar a ser su propio corazón! Capaz de crear y abarcar sin límites todas las riquezas necesarias para su felicidad...

. .. ... .... ..... .... ... .. .

Este es un ambicioso proyecto de búsqueda espiritual y crecimiento personal. Un primer acercamiento a teorías relacionadas tales como: simbología, filosofía hermética, alquimia, historia comparada de las religiones o mitología; todo ello ligado a teorías antiguas, modernas y contemporáneas del arte.

Consta de una primera parte ensayística donde se recogen las reflexiones que se han derivado de estos estudios. Un análisis teórico en el que materializo tanto en conclusiones extraídas de los mismos como mi relación con ellos desde mi posición de estudiante de Bellas Artes y futuro productor de arte.

En la segunda se presenta la obra escultórica Arriba y Abajo. A modo de dossier artístico se presentan tanto imágenes de su exposición como los conceptos directos que se derivan de ella; así como demás especificidades técnicas e información complementaria.
Para encontrar mi lugar tanto en los Mundos del Arte como en el mismo Cosmos.


EN CONTEXTO

A día de hoy el arte ya se ha encontrado y complementado (con mucho acierto) a muchas otras disciplinas (por no decir la mayoría) otorgándoles más valor, sentido y alcance. Por ello la figura del Artista ahora queda algo más diluida. Quien quiera formar parte de las actuales Vanguardias artísticas y futuras culturales debe ampliar sus campos de actuación sobre la estética, el concepto, o la política (1), o hacerse valer de todas ellas. Y así tantear nuevas categorías inteligibles. Como se hacían en los orígenes, como durante toda la historia se ha ido recuperando en comunidades y momentos específicos, y como siempre se ha hecho de manera indirecta pero sumamente intrínseca en un tipo de Arte atemporal, o útil y reconocido.

Si nos situáramos en una supuesta postmodernidad, ¡hecho ya impensable! ¿o no?, deberíamos seguir teniendo una urgencia de realidad. Pero ¿hasta que punto la tenemos que seguir asimilando? Pensamos en poética, concepto o política de la obra de arte desde entonces al menos, armas indispensables para todo principio. Por ello que no deberíamos ocasionar más rupturas con el pasado, dejar de buscar nuevos ámbitos de creación por oposición y contrapunto, y hacernos valer de los buenos valores pasados para seguir ampliando horizontes de significado entre ambos:

Generar una experiencia estética que emocione al espectador y así crear vínculo.
Ahondar reflexivamente en la mente para rescatar lo cultural en el vivir.
Conectar y mostrar maneras de pensar y relacionarnos en lo común.

Como un “Arte del autoreconocimiento” de Schopenhauer (que tambíén apoyaba Hegel) (2) Para afianzarnos en lo que nos une, como comunidad, a nivel cultural.

¡O bien! Hacer uso de la Dialéctica negativa de Adorno y las Estrategias de la deconstrucción (3) de Derrida como crítica a la razón instrumental y evitar alienarse a ella. Hacer un choque continuo con la realidad para formarse. Porque todo lo que se sintetiza, todo lo consensuado conlleva una racionalidad opuesta a la misma realidad que no es acorde al pensamiento humano. Por ello se habla de priorizar la negación: para seguir creando constelaciones de conceptos. El Arte, desde su propia autonomía, se sitúa en esta oposición y la expone, esta es una de sus principales funciones sociales.

Por suerte los creadores de cultura no hemos de tomar posturas políticas e ideológicas inamovibles para afianzar nuestra posición, Podemos seguir haciendo uso de conceptos antagónicos para seguir creciendo, a modo de oxímoron...


EXPERIMENTAR LA OBRA DE ARTE

Experimentar una obra de arte implica muchas cosas. Argumentadas algunas a continuación quizás podamos canalizarlas hacia una conclusión, que nos ayude a comprender un poco más esta a menudo dificultosa tarea. Tendremos en cuenta la postura más evidente del espectador, pero tampoco nos olvidaremos de la posición del creador (sobre la que se profundizará más en el apartado siguiente).

Esta esa una de las problemáticas centrales a las que debemos enfrentarnos y que debemos tener muy en cuenta, como base de contacto tanto con el arte como con nuestro entorno. Como personalmente me cuesta hacer distinción entre Arte-Vida, debo avisar que en ocasiones trataré estos dos conceptos de forma indistinta. El arte nos conforma, entendido como impulso creador que guía nuestro mundo construido. Comenzando por el físico y acabando con el mental. Toda la imagineria que nos rodea comporta este impulso de manera intrínseca, con ello afirmamos que no es necesario ningún conocimiento previo tanto para disfrutar como para idear el Arte. Este remite directamente al instinto del individuo, a la intuición y al intelecto profundo. Un modo de comprensión de nuestro entorno del cual debemos participar directa e intencionadamente.

Antes de continuar con el tema que da nombre a este apartado, me gustaría hacer una última reflexión al respecto. A modo de salvavidas a los mundos del arte que se hunden por el peso de su valorización económica. Aquellas medidas que se alejan, dirigen y/o dificultan el acceso a determinados sectores de la población debido a su academicismo o institunalización. Una represaria a aquellos artistas que se han sublevado al mercado del arte. Una razón esperanzadora para el creador limitado de recursos. Una llamada de auxilio del Arte al Observador escéptico. El arte es inmaterial en cuanto a que es en su experimentación donde radica su potencia; el arte es indefinido, sus continuas reformulaciónes así lo muestran; el arte es incuantificable, el mundo esta plagado de sus manifestaciones; el arte no exige ni requiere de adornos, su esencia es austera; el arte es vida. Y es que cada vez más nos influye de modos mas sutiles. El mundo conectado, el acceso a la información y el conocimiento, las crecientes liberaciones de prejuicios y dogmas, ...los modos de vida son más complejos, y los mundos del arte les acompañan. Del mismo modo que los ámbitos de conocimiento cada vez se especializan y especifican más, en el arte sucede que en la combinación de diversos factores de referencia le hagan sumar en significado. Las artes se complementan entre ellas otorgando valores que se mimetizan en nuestro entorno haciéndolas más patentes. El Street Art supo dar una clara llamada de advertencia a nivel plástico. El mundo del espectáculo y el entretenimiento ha sabido sacar buen provecho de los avances digitales a favor del disfrute visual. (4) Y entre otros ejemplos, la arquitectura, una de las artes que mejor muestra esta simbiosis entre arte-vida, siempre ha tenido en consideración múltiples factores sociales y lo debería seguir haciendo. El arte es más social que nunca. Las instituciones hacen uso de su poder cultural, y esta debe devolverse a la pulsión humana del individuo del mismo modo que salió de ella.

Para ello es necesario una participación activa hacia su comprensión. Un acercamiento más libre, menos condicionado a bases teóricas y conceptuales. Aunque una obra de arte en ocasiones contenga un trasfondo ideológico profundo y complejo, ello no debería emborronar la mirada del espectador. Con ello quiero decir que hasta la fecha hemos podido apreciar y se ha hecho patente la fuerza intelectual prácticamente infinita que la obra de arte puede aportar. Una fuente de conocimiento distinta a la científica pero con una base lógica similar, que nos ayuda a comprender mejor nuestra naturaleza humana. Tiene sentido que mucha de la creación artística futura siga en esta dirección, como se lleva haciendo y participando de las corrientes posmodernistas y algunas políticas de vanguardia. Sin duda alguna visitar un Museo (sobretodo de Arte Contemporáneo) es una de las mejores maneras de conocer el mundo que te rodea. Hay artistas con gran sensibilidad que son capaces de acercarte a conflictos de cualquier tipo, de la otra parte del mundo o de tu mismo barrio, haciéndote compartir emociones que aunque alejadas física o temporalmente, se reencuentran en lo más profundo de nosotros mismos (5).

Es a esa sensibilidad de la que quiero hacer mención, rescatar y realzarla a otros niveles de comprensión que aunque abstractos, remiten más directamente a la esencia de nuestra condición humana. Aquellos a los cuales sólo mediante un arte más puro se puede llegar. Ese arte por el arte al que todos los maestros han hecho referencia directa o indirectamente. O aquellas corrientes como el surrealismo o el primitivismo que han hecho eco de estudios de psicología o humanidades o antropología y tradición, que no se fundamentan más que en la biología y el simple devenir de la vida (que no Historia). Una vez más aludimos al Instinto. A una intuición más pura y emotiva, que vas más allá de lo racional y donde solo la confianza nos guía tanto a la hora de crear sin un fin definido, imaginando, como a interpretar de una manera libre aunque también válida como fuente de conocimiento: gnosis.

Este tipo de arte puede ser uno de los mas complejos de apreciar ya que no siempre hacen uso de la estética para hacerse valer. Intervienen otros factores que, alejados de convencionalismos, divagan en los límites: los inicios olvidados y los finales por descubrir. Uno que requiere de filosofarlo para comprenderlo pero ya no mediante argumentos académicos, más bien dubitativamente a modo de meditación. Y es que no tienen ningun fin concreto, no conocen de funcionalidad, y es que si fuera así perderían su valor intrínseco. Por amor al saber “lo que sucede” a nivel general, dentro y fuera de ti.

El Símbolo (lugar donde se materializa el espíritu y se espiritiza la materia) (6) alude a estos tipos de comprensión. Ella nos dice que para experimentar momentos cercanos a la iluminación de Conocimiento, ámbitos a los cuales todo buen arte debería acercarnos, hemos de deshacernos de nuestros filtros racionales para dar lugar a una vivencia que reúna con mayor acierto nuestras pulsiones, aquellas que, a grandes rasgos, aúnan cuerpo, alma y espíritu. El símbolo entendido como floración espontanea alude estas pulsiones, y a esa “cuerda común” de la que los teóricos del arte y el espíritu hablan.

Aunque la Simbología dice que no es necesaria la obra de arte como medio imprescindible para experimentar un Símbolo, si que reconoce que es un soporte con mucho poder al respecto. Eso se debe a que la misma naturaleza, por ejemplo, nos puede acompañar en un viaje de conocimiento equivalente al que estamos tratando. Hecho comprensible teniendo en cuenta que el arte opera imitando el modo en que la naturaleza crea (7). Pero sobre esto se hablará más extensamente en el siguiente apartado. Y es que es la obra de arte la capaz de hacer brillar esa “luz” metafórica que alumbra el camino a la Verdad. Un camino que nos dirige hacia los Mundus Imaginalis de H. Corbin y que pasa por el Inconsciente Colectivo de C. G. Jung (8), entre otros conceptos, terminologías y teorías que nos acercan a estos ámbitos de conocimiento simbólico.

Como se decía al principio, este es un reclamo a la mirada del pueblo hacia los mundos del arte. Recordar que este no se encuentra sólo en los Museos y que en absoluto su importancia va ligada a su valor monetario. Una artesanía puede llegar a ser arte si el observador así lo cree. Hay que dejar bien claro que no es necesario ser Artista para hacer arte, así lo quiso dar a entender Joseph Beuys. Y es que el arte enseña a vivir y si viviéramos más acorde a lo que el arte es capaz de enseñarnos la evolución iría más acorde a las necesidades de toda la humanidad.

Sin duda alguna la Educación tiene un papel fundamental en todo esto. Aunque teorías como la de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner (9) (esta en concreto publicada en 1983) llevan años en circulación, la educación no ha sabido o no ha querido sumarse a estas nuevas corrientes de reformulación de nuestras estructuras cognoscitivas. Una vez alcanzada la estipulada edad adulta, y tras haber pasado determinados filtros académicos, se tiene acceso a infinidad de opciones de adquisición de conocimientos gracias a la Universidad u otras instituciones independientes. Pero es en las primeras edades en donde se debería hacer este tipo de cambio con más urgencia para mayor impacto y adecuación a los nuevos modos de vida. Quizás los más reticentes a este cambio sean los mismos que siguen confiando ciegamente en la tradición racionalista que nos viene dada desde los filósofos griegos, acentuada y dirigida con movimientos intelectuales como el Humanismo o la Ilustración, y que sólo las filosofías irracionalistas de la era moderna han podido redirigir esta mirada unidireccional hacia lo que cree que nuestra “Razón” realmente es. Ahora podría sacar a debate las estructuras económicas que dirigen nuestras vidas en sociedad “evolucionada”, pero no rebajaré este discurso por estos si irracionales derroteros que tan alejados están de lo que debería ser una verdadera Política. Sólo nos queda confiar en que la Academia se sume a los continuos y ahora más que nunca frenéticos cambios de mentalidad, aunque sea progresivamente. Y son las Artes, todas ellas, las que ayudan a hacer visibles los tipos de inteligencias menos reconocidas, a interrelacionarlas entre ellas y quien sabe si descubrir nuevas.

Antes de terminar me gustaría hacer un pequeño inciso a un último aspecto relacionado: en como se muestra al público la obra de arte. Y es que pocas son las ocasiones que tenemos ocasión de poder disfrutar de la obra de arte como esta precisa. Hay que tener en cuenta que para pensarla, el ambiente en el que se encuentra puede favorecer con creces su comprensión. A día de hoy esto se tiene muy en cuenta, sobretodo en cuanto a Instalaciones se refiere, pero así como en ocasiones se puede cumplir con estas necesidades en otras no. Pinturas y esculturas se exponen una junto a la otra en grandes salas iluminadas y casi abarrotadas de gente pero, ¿os imagináis lo que sería poder dedicar una hora entera a la contemplación de una de esas piezas en una pequeña sala con la iluminación justa, en soledad, y sin la urgencia de tener que ver el resto de obras que se encuentran en la exposición...? Sin duda esa experiencia estética variaría y seguramente se acrecentaría en intensidad. Este hecho se debe tener en consideración en primer lugar por el creador, para que intente mostrar su obra como cree que debería con las condiciones que el lugar de exposición le presenta. En segundo lugar facilitar en la medida de lo posible las necesidades que el primero requiere por parte del organismo expositor. Y por último pedir al espectador que si estas condiciones no se puedan llevar a cabo haga uso de su imaginación (y sus medios) para facilitar y favorecer esta experiencia estética. Aún podemos confiar en que los avances tecnológicos puedan aportar soluciones ante esta problemática y que tenga un alcance mayor a todo tipo de públicos de manera acertada.


LA ESCULTURA Y SU RITUAL

El escultor filosofa con la materia. Hace un estudio empírico de la naturaleza al trabajarla. Un diálogo con el Cosmos (una parte de él, el más físico). Materializar ideas acerca al escultor al plano divino en el sentido que lo acerca a la faceta de creador. Esta religiosidad intrínseca en el proceso es la que lo hace ritual. Conoce la materia y su modo de tratarla. Aprende a fluir en su tratamiento. Con ella el mismo adquiere conocimientos (que no sólo tienen que ver con el proceso) mientras medita su fin. Los mismos que le confiere a la obra por el tiempo dedicado. Es en este mismo principio dónde radica la importancia del Rito.

(…) la obra de arte es una creación mágica y, al igual que la procreación, exige, para dar lugar al Ser, una carga psíquica producida por el espasmo del amor; por eso hay tan pocos hombres y tan pocas obras vivas en este mundo, ya que la proyección mágica es un acto difícil por encima de todo, como el de la transmisión integral de la vida; y pocos seres son capaces de realizar ese misterio de la transfusión energética del “voltio”. (10)

En la mayoría de casos una escultura precisa de tiempo procesual para que se lleve a cabo. No diré necesariamente largo ya que el tiempo es relativo y algunas no requieren de mucha dedicación para conseguir un buen resultado, (sobretodo cuando se deja hablar a la materia y se realza sus valores intrínsecos). Aunque algunas corrientes posmodernistas como el Arte Conceptual y el Mínimal y otras mucas de Vanguardia han dejado totalmente de lado este proceso para dotar de importancia casi única a la idea. Esta sería una de las excepciones que amplían el significado de la regla que intento compartir. Para justificar casos como este, y así ser inclusivo del mismo modo que todo aporte cultural debería hacer, diré que algunas de estas buenas ideas también han requerido de tiempo para ser formuladas, podemos considerar este tiempo como ritual también. Es durante este tiempo en el que el artista debe conformar su obra con ahínco. Porque a pesar de tener un modelo preestablecido, en la mayoría de casos, el proceso creativo va a estar dirigido por la misma obra en mayor o menor medida: condicionados por su materialidad, el resto de la composición, los medios de los que se dispone; o incluso de los propios impulsos (que debemos evitar nos dificulten la tarea haciendo uso de una buena concentración). De esto hace buena cuenta aquel tipo de creaciones más impulsivas que trabajan con lo azaroso de la naturaleza y en el que podríamos poner de ejemplo, entre otros casos, experimentaciones realizadas entorno al grabado.

En relación a esto conviene hacer un pequeño inciso en cuanto a algunas de las posturas que el escultor escoge posicionarse a la hora de crear: ¿será el material el que guié su mano exaltando la belleza del devenir azaroso de la naturaleza? Hacer visibles sus propiedades jugando con sus posibilidades o incluso confrontándolo con otros materiales, técnicas o estados; sutiles procesos experimentales al fin. ¿O por el contrario será la idea inicial la condicione tanto el material escogido como su elaboración? Priorizando los procesos y las técnicas ya establecidas, y haciendo uso de los medios apropiados. Son dos maneras de hacer que no necesariamente son opuestas. No es obligado centrarse en una de ellas. De hecho, según los conceptos que se están tratando, simplemente conviene tenerlas en cuenta para encontrar el equilibrio justo entre ambas. Ya que ambas aportan significados sumamente útiles. La primera es buena para visibilizar la belleza natural de lo que nos rodea, una manera de entrenar la mirada del espectador al respecto aunque sea a partir de la obra de arte. La segunda es necesaria para transmitir tanto este como otros mensajes que se quieran con mayor exactitud. Hay obras que priorizan las primera postura y otras que optan casi exclusivamente por la segunda. Hoy en día, conociendo ambas, quizás convenga buscar ese punto concreto intermedio que hagan multiplicar la potencia de la obra escultórica.

Volviendo al tema inicial. Entorno al proceso creativo también viene implícito un importante proceso de Meditación. En muchos de estos casos la elaboración técnica de la obra suele ser mecánica, repetitiva incluso, debido al conocimiento interiorizado del mismo, principalmente, y por su consecuente relativa facilidad. Esto da lugar a que la mente se “divida”. Mientras una parte de nuestra concentración sigue ligada al desarrollo de la obra, la otra divaga. Es posible que estos pensamientos nada tengan que ver con la obra que se está llevando a cabo, preocupaciones personales principalmente. Pero conviene que dirijamos esta meditación hacia problemáticas intrínsecas del tema que estamos tratando. Esto nos puede acercar un poco más a conseguir volcar ese “voltio” en la obra de arte del que se hacía mención en la cita anterior del artista y escritor Louis Cattiaux. El hecho de estar creando algo físico, corpóreo, instigado por una idea concreta puede potenciar nuestros pensamientos entorno a ella. Y por lo tanto cabe esperar que, de algún modo, esta potencialidad pueda ser volcada y devuelta a la misma obra durante su elaboración a nivel físico. (Por si se cuesta confiar en ese tipo de carga psicológica, que intuyo no es posible mediante una intencionalidad intelectual sino más bien emotiva).

Es un camino que se traza, en linea más o menos recta y ascendente, hacia el espíritu. Ya que partiendo de lo físico, aún ejercitando el cuerpo externamente al materializar una imagen, es sobre la que se apoya nuestra psique. Del mismo modo ocurre cuando observamos “esa” obra de arte que nos transporta muy lejos sin movernos del lugar, en el que pensamos una eternidad en tan sólo un instante. Se desbordan nuestros pensamiento más allá de la mente, acariciando el corazón, incluso yendo más profundo y que a la vez los y nos eleva. Nuestra alma se ensancha para ganar terreno en los terrenos de lo espiritual en el inconsciente. Y en los que a pesar de no encontrarnos de pleno en ellos, nos hacemos una ligera idea de lo que puede llegar a significar.

Para favorecer esa concentración de la que hablábamos es importante conocer la técnica adecuada con la que vamos a trabajar el material en cuestión. Y para conocer esa técnica es muy recomendable tener a un buen Maestro que te las enseñe. Eso favorecerá que puedas prescindir algo más de la atención que requiere la elaboración de la obra en cuestión, para hacerla divagar en planos mentales que aunque alejados remitan directamente a lo que se está tratando. Porque sólo conociendo las regla podemos romperlas con adecuación. Esto nos permite ir un paso más allá y sorprender con algo visionario u original. (Me gustaría hacer distinción de estos dos conceptos parecidos pero diferentes al mismo tiempo. Los dos aluden a revelaciones nunca antes materializadas. Pero así como la primera proyecta su mirada hacia un futuro impredecible, no hay que olvidar que la raíz etimológíca de la segunda es: Origen. Porque “La originalidad es la vuelta a los orígenes” dijo Antoni Gaudí, algo que conviene no olvidar por si se diera el caso de alguna posible falta de creatividad). Para causar esa sorpresa, esa exaltación imprevista, la que suele venir de un tipo de perfección que tan sólo uno mismo sabe apreciar. Seguir la norma nos permitirá tanto llegar con más facilidad al observador como marcar el sutil contrapunto que la rompa y otorgue nuevos significados para crear nuevos y adecuados mundos.

Para acabar, haré una pequeña mención acerca del Animismo. (11) Esta es una creencia que otorga alma y consciencia propia a todo elemento natural. Se dice que los animales son conscientes de estas energías. En lo que a nosotros respecta, debemos entenderlo como el lenguaje propio de los materiales. Si bien no nos hablan directamente, lo hacen desde su composición, limitando y condicionando nuestra forma de trabajarlos. Esta es su manera de hablar. Aunque resulte difícil de asimilar te invito a que reflexiones la idea desde una perspectiva científica. Considerando que todo lo existente esta formado por átomos, y estos al fin son energía igual que nosotros ¿por qué no otorgarles esa vida propia? A una muchísimo más baja escala vibracional, por supuesto. Sé lo que estás pensando y entiendo tu escepticismo pero si hay algún lugar para hablar de ello es aquí. Por eso no está demás respetar, por si a caso, ese espíritu que reside en todas las cosas. Y quien sabe si crear un vínculo afectivo a modo de hechizo que nos permita, al menos, acabar la pieza de la mejor manera posible.


INTENCIÓN- INTUICIÓN: UNA JUSTIFICACIÓN DEL IMPULSO CREADOR

La motivación del Artista va directamente ligada a una necesidad interior, como pulsión inherente al individuo. (12) Con esta afirmación rescatada de las teorías del libro “De lo espiritual en el arte” de Wassily Kandinsky, nos hacemos partícipes de un modo de hacer que por fin apareció justificado y argumentado sobre el papel. De manos de un artista tan influyente y reconocido como él, podemos confiar en y justificar muchos modos de hacer artísticos que no siempre son aceptados por el público o la academia. Se trata de aquellas temáticas que no tienen un asidero teórico y conceptual concreto debido a su dificultad de ser definidas. Obras que, por ejemplo, se acercan o participan de la abstracción, de la acentuación de la naturalidad de los medios, la primacía de la composición, el color y la luz, el gesto, de imaginarios poco o nada definidos, y que por lo general se materializan con medios creativos casi primigenos tales como la pintura, la danza o la música. Conviene recordar la genial y famosa frase del artista con la que definió muy acertadamente en que consistían estos tipos de creación desde su perspectiva pictórica:

En general, el color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo el macuto, y el alma es el piano con sus cuerdas. El artista es la mano que, mediante una u otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana”. (13)

Teorizó sobre varios conceptos pictóricos tales como las formas (de las que priorizó las básicas geométricas y elementales para estos fines), de la composición y el ritmo (no hay que olvidar que “padecía” sinestesia y tenia un gran interés por la música, hecho que nos hace entender con más fácilidad sus intereses por acercar la creación pictórica a la espiritualidad), el movimiento (que podemos citar como metáfora de su entender el arte en continuo cambio y con necesidad de regenerarse continuamente...). Aunque fue con el Color donde encontró su mejor baza para demostrar de manera más evidente los pensamientos que intuía. Resulta fácil de entender si tenemos en cuenta la relación directa que este tiene con la Luz y esta a su vez con lo Sagrado (14). Llegó a establecer unas bases teóricas que relacionaban psicología y ciencia tan acertadamente que se han seguido utilizando y teniendo muy en cuenta durante los años posteriores a su publicación, en todo tipo de ámbitos. Teniendo este tratado como principal referente, mi tarea es hacer algo equivalente (aunque mucho más modesto) y complementar lo ya dicho con conceptos que se acerquen a la escultura.

La ineludible voluntad de expresión de lo objetivo es la fuerza que llamamos necesidad interior y que hoy reclama una forma general y mañana otra distinta”(15), dice Kandinsky. Complementándola admitiendo que la fuerza espiritual que conforman las formas actuales tan solo son etapas que permiten llegar a otras de nuevas. Una verdadera obra de arte no es necesariamente atemporal, valida y pura en significado en cualquier momento de la historia, lo es porque ha significado un nuevo escalón que permite seguir ascendiendo en los mundos del arte. Por ello es necesario contextualizarla, y así hacerla útil para presentes y futuras reflexiones y creaciones.

Para delimitar la intención creativa es necesario participar de una libertad de elección, pero esta no es absoluta (ya que implicaría un caos difícil de interpretar), esta viene marcada por el plano interior moral, la necesidad interior de hacer visible lo objetivo. Que viene dado inevitablemente desde la subjetividad más pura y menos influenciada. Ese es su deber frente al arte. La intención de crear una obra que hable por si sola, separada del artista, que adquiera vida propia. Que participe de la atmósfera espiritual provocando vibraciones anímicas.

C. G Jung equiparo la psique con el Alma. Y M. Eliade afirmaba que lo sagrado de nosotros mismos, lo que nos acerca a la espiritualidad, se encuentra en el inconsciente. Lo Sacro ha de ser por necesidad compartido (cultural o socialmente), y esto se nos hace comprensible en cuanto al Inconsciente colectivo y el uso de arquetipos se refiere.

Cultivar una intuición superior (16): partiendo del instinto, atravesando el intelecto y accediendo finalmente a la conciencia interna o Intuición; nos ayudara a afinar nuestras intenciones creativas con adecuación. La búsqueda, tanto intelectual externa como meditativa interna, de arquetipos nos puede ser de gran ayuda. Preguntas como: ¿qué es lo que realmente quiero o necesito?, tanto como cualquier otra persona del mundo por muy lejos que esta esté, en el tiempo incluso. Imaginarnos como recién llegados a este mundo e interaccionar con él con la inocencia pura de un niño pero con la madurez intelectual de un hombre. Buscar verdades primigenias a través del impulso creativo, sin fin definido pero con decisión en el camino. Construir las sensibilidades propias que nos recuerden el poder de control y dominio del devenir, de nosotros mismos.
En cuanto a esto cabe remarcar la figura de Jorge Oteiza. El escultor e intelectual vasco tan sumamente comprometido con los mundos del arte que pasó sus últimos días alejado de la escultura, sumido en un profundo pesimismo respecto a la creación contemporánea que ya nada tenía que ver (según su visión constructivista) con lo que realmente debía ser el Arte: un regenerador del individuo. Para él el arte ¡debía crear hombre! y no adormecerlo ni embelesarlo estéticamente. Todo un intelectual que tiene teorías exquisitas sobre el individuo prehistórico y su triste desconexión con el actual, sobre métodos de creación analíticos y filosóficos, o sobre su tradición y cultura vasca. Pero es en sus vacíos, espacios metafísicos, donde el volcaba sus ambiciones filosóficas de remitificar y recuperar el ámbito sagrado y protector perdido del hombre con respecto a su entorno.

El momento cumbre de un escultor, del artista en general, es cuando se da cuenta lo que le había llevado al arte, lo que le pedía, le ha contestado. (…) El arte es un puente una preparación para otro tipo de madurez mucho más importante: la madurez moral para la vida con los demás. El artista es un hombre incompleto y débil. El arte no es un lenguaje natural, son lenguajes para fabricar hombres, y concretamente para repararlo en las épocas de cambio en que el hombre y la sociedad necesita de este reajuste de la sensibilidad de control y dominio de la naturaleza.” (17)

Volviendo al tema pero sin alejarnos de esta aura espiritual en la que nos encontramos, terminaré este apartado con un ejemplo idóneo sobre el tema. Que además remarca la importancia del uso del arquetipo como una buena herramienta para potenciar el impulso creador: allí donde termina la psicología y comienza la metafísica “El Libro Rojo” (18) de Carl Gustav Jung. ¿Como es posible que alguien con pocos o ningún conocimiento previo práctico en arte haya conseguido elaborar una obra pictórica de tal calidad? Entre otras cosas fue debido a sus profundos conocimientos de psicología y los conocimientos espirituales que posteriormente compartió junto a muchos otros especialistas y teóricos en el Círculo de Eranos. (19)

Con esta obra magna lo que intentaba era enfrentarse a su inconsciente, sus imágenes interiores. La estética del libro remite a una ascética que consiste en tomarse a uno mismo muy en serio. Una ofrenda los dioses para despertar el ojo interior. Donde las imágenes son las auténticas protagonistas, considerando las palabras ineficaces para expresar experiencias. Y es que incluso llegaba aconsejar a sus pacientes que hicieran este tipo de ejercicio a modo de construirse “su propia catedral”, para conocer y conformar el Alma. Llegó a idear un método que le permitía acceder a sus reinos intermedios de la imaginación, equivalente a los Mundus Imaginalis (20) (lugar donde los cuerpos se espiritualizan y los espiritus se materializan) de H. Corbin, mediante la técnica de imaginación activa (21).

En definitiva, es en lo más profundo de nosotros mismos donde encontramos la verdadera potencialidad del arte, aunque en ocasiones para hallarla debamos realizar una ardua búsqueda casi inconsciente hacia nuestros adentros (compartidos).


HACIA UNA ESCULTURA ESPIRITUAL

Es más fácil alcanzar planos espirituales mediante experiencias estéticas, apoyados en imágenes. Se podría decir que el Arte comenzó con ese objetivo. No sólo la imagen es propicia para ello, hay infinidad de actos artísticos que tanto observando, pero más interviniendo y experimentando de primera mano, nos dirigen a estos ámbitos gnósticos.

Al hablar de Arte Sagrado deberíamos dejar de lado la relación de ideas fácil que nos lleva a las religiones actuales y más a las creencias que nacieron de los primeros pensadores de la humanidad. Las pinturas de las cuevas de Altamira son un ejemplo claro; los rituales y danzas performáticas de los primeros chamanes, las tallas o cerámicas funerarias de los pueblos primitivos, ... Son algunos casos en los que los poderes místicos se experimentaban mucho más cercanamente bien delegados a un individuo, cercano (importante), o directamente por influencia individual. El primer caso es el del que se encargaba de pintar en las paredes de la cueva o guiar los rituales de la comunidad, el segundo el del individuo que es capaz de hacer presente la presencia de un familiar fallecido en una imagen, por ejemplo.

Por ello opino que el verdadero artista es aquel que trabaja en mostrar al mundo el poder que tiene a nivel individual y por consiguiente como comunidad. Quiero decir, que debe mostrar que lo divino se nos puede hacer presente en nuestro día a día sin necesidad de alienarlo a personajes ficticios (como se hace presente a primera vista en las religiones monoteístas occidentales). Hecho que quizás es lo que haya dado lugar a idealizar falsos iconos de poder centralizado en figuras políticas, actores, músicos, deportistas, etc. Para fomentar las fuerzas espirituales (símbolo de verdadero poder) que nacen de lo más profundo del individuo, como algunas creencias orientales así lo muestran. Potenciar una búsqueda de crecimiento personal activa y delimitar y reubicar las de enriquecimiento externo o pasivo. Deconstruyendo ídolos. Porque aunque no lo hagan intencionadamente, muchos son los artistas que participan de esta sacralidad intrínseca a la creación artística en formas, intenciones y significaciones aparentemente profanas. Mediante una hierofanización de la materia, caracterizando lo que se llama religiosidad cósmica. (22)

El artista debería ser consciente de ello. Después de todo “al crear de la nada” haciéndose valer de los medios naturales, podríamos decir que es de las figuras que más se acerca a lo que consideramos como divina. Ahora es el momento de hacer ver a todos que no se precisa de cualidades extraordinarias para ello, y que es en nuestra manera de ser, de relacionarnos y de vivir nuestro día a día cotidiano donde podemos sacar verdadero provecho de lo que nos define como humanos.

El estudio del Símbolo (23), así como de otras ramas de conocimiento como la filosofía hermética o la alquimia, nos pueden ayudar también a estos fines. Conviene recordar que el Símbolo es interventivo, es decir, requiere de acción, experimentarlo. En ello el artista creador debería ser plenamente consciente, debido al proceso de creación/investigación que ha de llevar cabo para realizar su obra. El principal problema al que debe enfrentarse el artista y uno de los ejes principales entorno al cual debería moverse su trabajo es el de cómo hacer llegar y motivar de la manera más precisa posible estos conocimientos experimentados al espectador. Y acercar de nuevo el arte a la comunidad, ya que quien lo aprecia suele hacerlo desde una visión común, que le hace unirse aún más tanto a la sociedad que le rodea como al resto de ellas, apelando a lo más extraordinario de su condición humana.

El ser humano tiene que recuperar esa mentalidad prehistórica que vive dentro de si y combinarla con su yo más contemporáneo. Aquella que miraba al cielo y proyectaba en él las incógnitas de las que hablaba su corazón. Aquel que divinizaba todo su entorno para protegerse y aliarse a él. Esa atención que profería sobre la naturaleza, sin filtros racionales, más con vibraciones anímicas, se le era devolvida debido a su potencialidad emisora que a día de hoy se podría identificar como un tipo de fe, aunque profana en la definición actual del término.

Quizás fuera ese nuestro paraíso del que hablan los Evangelios. En el que se vivía una vida tan conectado a la naturaleza que te aportaba todo lo que podías necesitar. Y que fuera esa desconexión de nuestra parte femenina con su entorno (Eva y la manzana) el punto de inflexión primordial en el que se comenzó a priorizar nuestro raciocinio como arma de doble filo que nos permitiría avanzar y mejorar en la evolución. Aunque que esto significara el progresivo alejamiento de la pureza de nuestros orígenes.

Por suerte, ese tipo de fe pagana de proyección de nuestras inteligencias emocionales nunca se ha perdido del todo. El principal exponente de ello es el arte, que desde siempre, más o menos influenciado por las corrientes ideológicas´ de las diferentes épocas, ha sacado siempre a relucir la llama de nuestras pasiones internas. El único capaz de recordarnos con mayor precisión nuestro lugar en el cosmos. Así, el Arte podría convertirse en nuestra nueva religión. Viendo a los artistas como filósofos y teólogos indirectos a los que escuchar y de los que aprender. Como ya se lleva haciendo desde siempre reconociendo sus talentos y disfrutando de sus obras. Pero ahora más si cabe, para contagiarnos de sus pasiones, sus maneras de vivir la vida, para aprovecharla con mayor intensidad, y sacarle así a esta todo el jugo que nos es capaz de aportar. Haciendo lo que se quiera, amando lo que te rodea, agradeciendo lo dado, y tomando las riendas de un posible destino marcado.

El hombre religioso no puede vivir sino en un mundo sagrado, porque sólo un mundo así participa del Ser. Esta necesidad religiosa expresa una inextinguible sed ontológica. (...) El hombre religioso está sediento de Ser. El terror ante el caos que corresponde a su mundo habitado responde a su temor ante la nada, el espacio desconocido que se extiende más allá del Mundo, espacio no cosmizado, puesto que no está sacralizado.” (24)

La Espiritualidad es necesariamente inmaterial. Este es un dilema al que se enfrenta tanto la escultura como las demás creación artísticas plásticas. Aunque esto no implica una necesaria imposibilidad si somos capaces de analizarla dese de la potente figura retórica oxímoron. Como decía Oteiza, el arte ha de servir para construir hombre, una vez este está realizado la obra de arte pierde su valor. Porque el Reino espiritual se erige en nuestros propios corazones. La verdadera potencialidad de sus obras, son los vacíos que pensaba para ser llenados tanto de experiencia como de conocimiento intelectual sobre lo innombrable. Del mismo modo actúa, o actuará, la Sagrada Familia de Gaudí, en la que la misma catedral pierde su valor estético para crear los éxtasis sensibles y místicos de la gente que va a visitarla. O de la obra pictórica de Van Gogh, en la que el artista erigía sus propios mundos, incomprensibles para los ajenos a sus visiones, pero con los que invitaba a crear los propios más allá de convecionalismos.

Yo no me considero cristiano pero participo de la figura de Jesús, de sus mensajes de amor, comprensión y paz. No soy Hinduísta pero participo de sus colores, de sus prácticas meditativas y de conocimiento de nuestro cuerpo interno. No practico el Taoísmo pero sus teorías me ayudan a encontrar mi lugar con respecto a la Naturaleza. No creo en las doctrinas inamovibles del Islam pero si en sus sublimes representaciones artísticas y actos de peregrinación. No entiendo demasiado de tribalismos pero si de su necesidad de crear tradición y costumbres en comunidad.

Ser religioso hoy no es practicar una religión, ya que pocas son las que han conservado su mensaje primordial. Ser religioso hoy es encontrar las herramientas necesarias para apreciar y participar de lo sagrado en nuestro día a día.

Porque creo que es posible llevar a cabo una recuperación de los mundos espirituales de los que nos hemos alejado o se nos han sido arrebatados. Aunando contrarios...: progreso y tradición, placer y deber, activismo y pasividad, esfuerzo y gozo, valores y miedos, defectos y virtudes, positivismos y pesimismos, introversión y extroversión, elogio y crítica, masculinidad y feminidad, instinto y reflexión, perdida y encuentro, hablar y escuchar, recibir y dar, razón y sentimiento, amor y odio, profano y sacro, ascenso y descenso, muerte y vida.