ARRIBA Y ABAJO
Primeras
reflexiones hacia una Escultura Espiritual
ABSTRACT
El individuo
contemporáneo ha sido corrompido durante años alejándolo de lo que
realmente es. Demasiadas son las distracciones que no nos permiten
oírnos a nosotros mismos.
¡Si el
supiera lo grande que puede llegar a ser su propio corazón! Capaz de
crear y abarcar sin límites todas las riquezas necesarias para su
felicidad...
.
.. ... .... ..... .... ... .. .
Este es un
ambicioso proyecto de búsqueda espiritual y crecimiento personal. Un
primer acercamiento a teorías relacionadas tales como: simbología,
filosofía hermética, alquimia, historia comparada de las religiones
o mitología; todo ello ligado a teorías antiguas, modernas y
contemporáneas del arte.
Consta de una
primera parte ensayística donde se recogen las reflexiones que se
han derivado de estos estudios. Un análisis teórico en el que
materializo tanto en conclusiones extraídas de los mismos como mi
relación con ellos desde mi posición de estudiante de Bellas Artes
y futuro productor de arte.
En la segunda
se presenta la obra escultórica Arriba y Abajo. A modo de dossier
artístico se presentan tanto imágenes de su exposición como los
conceptos directos que se derivan de ella; así como demás
especificidades técnicas e información complementaria.
Para encontrar
mi lugar tanto en los Mundos del Arte como en el mismo Cosmos.
EN CONTEXTO
A día de hoy
el arte ya se ha encontrado y complementado (con mucho acierto) a
muchas otras disciplinas (por no decir la mayoría) otorgándoles más
valor, sentido y alcance. Por ello la figura del Artista ahora queda
algo más diluida. Quien quiera formar parte de las actuales
Vanguardias artísticas y futuras culturales debe ampliar sus campos
de actuación sobre la estética, el concepto, o la política (1), o
hacerse valer de todas ellas. Y así tantear nuevas categorías
inteligibles. Como se hacían en los orígenes, como durante toda la
historia se ha ido recuperando en comunidades y momentos específicos,
y como siempre se ha hecho de manera indirecta pero sumamente
intrínseca en un tipo de Arte atemporal, o útil y reconocido.
Si nos
situáramos en una supuesta postmodernidad, ¡hecho ya impensable! ¿o
no?, deberíamos seguir teniendo una urgencia de realidad. Pero
¿hasta que punto la tenemos que seguir asimilando? Pensamos en
poética, concepto o política de la obra de arte desde entonces al
menos, armas indispensables para todo principio. Por ello que no
deberíamos ocasionar más rupturas con el pasado, dejar de buscar
nuevos ámbitos de creación por oposición y contrapunto, y hacernos
valer de los buenos valores pasados para seguir ampliando horizontes
de significado entre ambos:
Generar una
experiencia estética que emocione al espectador y así crear
vínculo.
Ahondar
reflexivamente en la mente para rescatar lo cultural en el vivir.
Conectar y
mostrar maneras de pensar y relacionarnos en lo común.
Como un “Arte
del autoreconocimiento” de Schopenhauer (que tambíén apoyaba
Hegel) (2) Para afianzarnos en lo que nos une, como comunidad, a
nivel cultural.
¡O bien!
Hacer uso de la Dialéctica negativa de Adorno y las Estrategias de
la deconstrucción (3) de Derrida como crítica a la razón
instrumental y evitar alienarse a ella. Hacer un choque continuo con
la realidad para formarse. Porque todo lo que se sintetiza, todo lo
consensuado conlleva una racionalidad opuesta a la misma realidad que
no es acorde al pensamiento humano. Por ello se habla de priorizar la
negación: para seguir creando constelaciones de conceptos. El Arte,
desde su propia autonomía, se sitúa en esta oposición y la expone,
esta es una de sus principales funciones sociales.
Por suerte los
creadores de cultura no hemos de tomar posturas políticas e
ideológicas inamovibles para afianzar nuestra posición, Podemos
seguir haciendo uso de conceptos antagónicos para seguir creciendo,
a modo de oxímoron...
EXPERIMENTAR
LA OBRA DE ARTE
Experimentar
una obra de arte implica muchas cosas. Argumentadas algunas a
continuación quizás podamos canalizarlas hacia una conclusión, que
nos ayude a comprender un poco más esta a menudo dificultosa tarea.
Tendremos en cuenta la postura más evidente del espectador, pero
tampoco nos olvidaremos de la posición del creador (sobre la que se
profundizará más en el apartado siguiente).
Esta esa una
de las problemáticas centrales a las que debemos enfrentarnos y que
debemos tener muy en cuenta, como base de contacto tanto con el arte
como con nuestro entorno. Como personalmente me cuesta hacer
distinción entre Arte-Vida, debo avisar que en ocasiones trataré
estos dos conceptos de forma indistinta. El arte nos conforma,
entendido como impulso creador que guía nuestro mundo construido.
Comenzando por el físico y acabando con el mental. Toda la
imagineria que nos rodea comporta este impulso de manera intrínseca,
con ello afirmamos que no es necesario ningún conocimiento previo
tanto para disfrutar como para idear el Arte. Este remite
directamente al instinto del individuo, a la intuición y al
intelecto profundo. Un modo de comprensión de nuestro entorno del
cual debemos participar directa e intencionadamente.
Antes de
continuar con el tema que da nombre a este apartado, me gustaría
hacer una última reflexión al respecto. A modo de salvavidas a los
mundos del arte que se hunden por el peso de su valorización
económica. Aquellas medidas que se alejan, dirigen y/o dificultan el
acceso a determinados sectores de la población debido a su
academicismo o institunalización. Una represaria a aquellos artistas
que se han sublevado al mercado del arte. Una razón esperanzadora
para el creador limitado de recursos. Una llamada de auxilio del Arte
al Observador escéptico. El arte es inmaterial en cuanto a que es en
su experimentación donde radica su potencia; el arte es indefinido,
sus continuas reformulaciónes así lo muestran; el arte es
incuantificable, el mundo esta plagado de sus manifestaciones; el
arte no exige ni requiere de adornos, su esencia es austera; el arte
es vida. Y es que cada vez más nos influye de modos mas sutiles. El
mundo conectado, el acceso a la información y el conocimiento, las
crecientes liberaciones de prejuicios y dogmas, ...los modos de vida
son más complejos, y los mundos del arte les acompañan. Del mismo
modo que los ámbitos de conocimiento cada vez se especializan y
especifican más, en el arte sucede que en la combinación de
diversos factores de referencia le hagan sumar en significado. Las
artes se complementan entre ellas otorgando valores que se mimetizan
en nuestro entorno haciéndolas más patentes. El Street Art supo dar
una clara llamada de advertencia a nivel plástico. El mundo del
espectáculo y el entretenimiento ha sabido sacar buen provecho de
los avances digitales a favor del disfrute visual. (4) Y entre otros
ejemplos, la arquitectura, una de las artes que mejor muestra esta
simbiosis entre arte-vida, siempre ha tenido en consideración
múltiples factores sociales y lo debería seguir haciendo. El arte
es más social que nunca. Las instituciones hacen uso de su poder
cultural, y esta debe devolverse a la pulsión humana del individuo
del mismo modo que salió de ella.
Para ello es
necesario una participación activa hacia su comprensión. Un
acercamiento más libre, menos condicionado a bases teóricas y
conceptuales. Aunque una obra de arte en ocasiones contenga un
trasfondo ideológico profundo y complejo, ello no debería
emborronar la mirada del espectador. Con ello quiero decir que hasta
la fecha hemos podido apreciar y se ha hecho patente la fuerza
intelectual prácticamente infinita que la obra de arte puede
aportar. Una fuente de conocimiento distinta a la científica pero
con una base lógica similar, que nos ayuda a comprender mejor
nuestra naturaleza humana. Tiene sentido que mucha de la creación
artística futura siga en esta dirección, como se lleva haciendo y
participando de las corrientes posmodernistas y algunas políticas de
vanguardia. Sin duda alguna visitar un Museo (sobretodo de Arte
Contemporáneo) es una de las mejores maneras de conocer el mundo que
te rodea. Hay artistas con gran sensibilidad que son capaces de
acercarte a conflictos de cualquier tipo, de la otra parte del mundo
o de tu mismo barrio, haciéndote compartir emociones que aunque
alejadas física o temporalmente, se reencuentran en lo más profundo
de nosotros mismos (5).
Es a esa
sensibilidad de la que quiero hacer mención, rescatar y realzarla a
otros niveles de comprensión que aunque abstractos, remiten más
directamente a la esencia de nuestra condición humana. Aquellos a
los cuales sólo mediante un arte más puro se puede llegar. Ese arte
por el arte al que todos los maestros han hecho referencia directa o
indirectamente. O aquellas corrientes como el surrealismo o el
primitivismo que han hecho eco de estudios de psicología o
humanidades o antropología y tradición, que no se fundamentan más
que en la biología y el simple devenir de la vida (que no Historia).
Una vez más aludimos al Instinto. A una intuición más pura y
emotiva, que vas más allá de lo racional y donde solo la confianza
nos guía tanto a la hora de crear sin un fin definido, imaginando,
como a interpretar de una manera libre aunque también válida como
fuente de conocimiento: gnosis.
Este tipo de
arte puede ser uno de los mas complejos de apreciar ya que no siempre
hacen uso de la estética para hacerse valer. Intervienen otros
factores que, alejados de convencionalismos, divagan en los límites:
los inicios olvidados y los finales por descubrir. Uno que requiere
de filosofarlo para comprenderlo pero ya no mediante argumentos
académicos, más bien dubitativamente a modo de meditación. Y es
que no tienen ningun fin concreto, no conocen de funcionalidad, y es
que si fuera así perderían su valor intrínseco. Por amor al saber
“lo que sucede” a nivel general, dentro y fuera de ti.
El Símbolo
(lugar donde se materializa el espíritu y se espiritiza la materia)
(6) alude a estos tipos de comprensión. Ella nos dice que para
experimentar momentos cercanos a la iluminación de Conocimiento,
ámbitos a los cuales todo buen arte debería acercarnos, hemos de
deshacernos de nuestros filtros racionales para dar lugar a una
vivencia que reúna con mayor acierto nuestras pulsiones, aquellas
que, a grandes rasgos, aúnan cuerpo, alma y espíritu. El símbolo
entendido como floración espontanea alude estas pulsiones, y a esa
“cuerda común” de la que los teóricos del arte y el espíritu
hablan.
Aunque la
Simbología dice que no es necesaria la obra de arte como medio
imprescindible para experimentar un Símbolo, si que reconoce que es
un soporte con mucho poder al respecto. Eso se debe a que la misma
naturaleza, por ejemplo, nos puede acompañar en un viaje de
conocimiento equivalente al que estamos tratando. Hecho comprensible
teniendo en cuenta que el arte opera imitando el modo en que la
naturaleza crea (7). Pero sobre esto se hablará más extensamente en
el siguiente apartado. Y es que es la obra de arte la capaz de hacer
brillar esa “luz” metafórica que alumbra el camino a la Verdad.
Un camino que nos dirige hacia los Mundus Imaginalis de H. Corbin y
que pasa por el Inconsciente Colectivo de C. G. Jung (8), entre otros
conceptos, terminologías y teorías que nos acercan a estos ámbitos
de conocimiento simbólico.
Como se decía
al principio, este es un reclamo a la mirada del pueblo hacia los
mundos del arte. Recordar que este no se encuentra sólo en los
Museos y que en absoluto su importancia va ligada a su valor
monetario. Una artesanía puede llegar a ser arte si el observador
así lo cree. Hay que dejar bien claro que no es necesario ser
Artista para hacer arte, así lo quiso dar a entender Joseph Beuys. Y
es que el arte enseña a vivir y si viviéramos más acorde a lo que
el arte es capaz de enseñarnos la evolución iría más acorde a las
necesidades de toda la humanidad.
Sin duda
alguna la Educación tiene un papel fundamental en todo esto. Aunque
teorías como la de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner
(9) (esta en concreto publicada en 1983) llevan años en circulación,
la educación no ha sabido o no ha querido sumarse a estas nuevas
corrientes de reformulación de nuestras estructuras cognoscitivas.
Una vez alcanzada la estipulada edad adulta, y tras haber pasado
determinados filtros académicos, se tiene acceso a infinidad de
opciones de adquisición de conocimientos gracias a la Universidad u
otras instituciones independientes. Pero es en las primeras edades en
donde se debería hacer este tipo de cambio con más urgencia para
mayor impacto y adecuación a los nuevos modos de vida. Quizás los
más reticentes a este cambio sean los mismos que siguen confiando
ciegamente en la tradición racionalista que nos viene dada desde los
filósofos griegos, acentuada y dirigida con movimientos
intelectuales como el Humanismo o la Ilustración, y que sólo las
filosofías irracionalistas de la era moderna han podido redirigir
esta mirada unidireccional hacia lo que cree que nuestra “Razón”
realmente es. Ahora podría sacar a debate las estructuras económicas
que dirigen nuestras vidas en sociedad “evolucionada”, pero no
rebajaré este discurso por estos si irracionales derroteros que tan
alejados están de lo que debería ser una verdadera Política. Sólo
nos queda confiar en que la Academia se sume a los continuos y ahora
más que nunca frenéticos cambios de mentalidad, aunque sea
progresivamente. Y son las Artes, todas ellas, las que ayudan a hacer
visibles los tipos de inteligencias menos reconocidas, a
interrelacionarlas entre ellas y quien sabe si descubrir nuevas.
Antes de
terminar me gustaría hacer un pequeño inciso a un último aspecto
relacionado: en como se muestra al público la obra de arte. Y es que
pocas son las ocasiones que tenemos ocasión de poder disfrutar de la
obra de arte como esta precisa. Hay que tener en cuenta que para
pensarla, el ambiente en el que se encuentra puede favorecer con
creces su comprensión. A día de hoy esto se tiene muy en cuenta,
sobretodo en cuanto a Instalaciones se refiere, pero así como en
ocasiones se puede cumplir con estas necesidades en otras no.
Pinturas y esculturas se exponen una junto a la otra en grandes salas
iluminadas y casi abarrotadas de gente pero, ¿os imagináis lo que
sería poder dedicar una hora entera a la contemplación de una de
esas piezas en una pequeña sala con la iluminación justa, en
soledad, y sin la urgencia de tener que ver el resto de obras que se
encuentran en la exposición...? Sin duda esa experiencia estética
variaría y seguramente se acrecentaría en intensidad. Este hecho se
debe tener en consideración en primer lugar por el creador, para que
intente mostrar su obra como cree que debería con las condiciones
que el lugar de exposición le presenta. En segundo lugar facilitar
en la medida de lo posible las necesidades que el primero requiere
por parte del organismo expositor. Y por último pedir al espectador
que si estas condiciones no se puedan llevar a cabo haga uso de su
imaginación (y sus medios) para facilitar y favorecer esta
experiencia estética. Aún podemos confiar en que los avances
tecnológicos puedan aportar soluciones ante esta problemática y que
tenga un alcance mayor a todo tipo de públicos de manera acertada.
LA ESCULTURA Y
SU RITUAL
El escultor
filosofa con la materia. Hace un estudio empírico de la naturaleza
al trabajarla. Un diálogo con el Cosmos (una parte de él, el más
físico). Materializar ideas acerca al escultor al plano divino en el
sentido que lo acerca a la faceta de creador. Esta religiosidad
intrínseca en el proceso es la que lo hace ritual. Conoce la materia
y su modo de tratarla. Aprende a fluir en su tratamiento. Con ella el
mismo adquiere conocimientos (que no sólo tienen que ver con el
proceso) mientras medita su fin. Los mismos que le confiere a la obra
por el tiempo dedicado. Es en este mismo principio dónde radica la
importancia del Rito.
(…) la obra
de arte es una creación mágica y, al igual que la procreación,
exige, para dar lugar al Ser, una carga psíquica producida por el
espasmo del amor; por eso hay tan pocos hombres y tan pocas obras
vivas en este mundo, ya que la proyección mágica es un acto difícil
por encima de todo, como el de la transmisión integral de la vida; y
pocos seres son capaces de realizar ese misterio de la transfusión
energética del “voltio”. (10)
En la mayoría
de casos una escultura precisa de tiempo procesual para que se lleve
a cabo. No diré necesariamente largo ya que el tiempo es relativo y
algunas no requieren de mucha dedicación para conseguir un buen
resultado, (sobretodo cuando se deja hablar a la materia y se realza
sus valores intrínsecos). Aunque algunas corrientes posmodernistas
como el Arte Conceptual y el Mínimal y otras mucas de Vanguardia han
dejado totalmente de lado este proceso para dotar de importancia casi
única a la idea. Esta sería una de las excepciones que amplían el
significado de la regla que intento compartir. Para justificar casos
como este, y así ser inclusivo del mismo modo que todo aporte
cultural debería hacer, diré que algunas de estas buenas ideas
también han requerido de tiempo para ser formuladas, podemos
considerar este tiempo como ritual también. Es durante este tiempo
en el que el artista debe conformar su obra con ahínco. Porque a
pesar de tener un modelo preestablecido, en la mayoría de casos, el
proceso creativo va a estar dirigido por la misma obra en mayor o
menor medida: condicionados por su materialidad, el resto de la
composición, los medios de los que se dispone; o incluso de los
propios impulsos (que debemos evitar nos dificulten la tarea
haciendo uso de una buena concentración). De esto hace buena cuenta
aquel tipo de creaciones más impulsivas que trabajan con lo azaroso
de la naturaleza y en el que podríamos poner de ejemplo, entre otros
casos, experimentaciones realizadas entorno al grabado.
En relación a
esto conviene hacer un pequeño inciso en cuanto a algunas de las
posturas que el escultor escoge posicionarse a la hora de crear:
¿será el material el que guié su mano exaltando la belleza del
devenir azaroso de la naturaleza? Hacer visibles sus propiedades
jugando con sus posibilidades o incluso confrontándolo con otros
materiales, técnicas o estados; sutiles procesos experimentales al
fin. ¿O por el contrario será la idea inicial la condicione tanto
el material escogido como su elaboración? Priorizando los procesos y
las técnicas ya establecidas, y haciendo uso de los medios
apropiados. Son dos maneras de hacer que no necesariamente son
opuestas. No es obligado centrarse en una de ellas. De hecho, según
los conceptos que se están tratando, simplemente conviene tenerlas
en cuenta para encontrar el equilibrio justo entre ambas. Ya que
ambas aportan significados sumamente útiles. La primera es buena
para visibilizar la belleza natural de lo que nos rodea, una manera
de entrenar la mirada del espectador al respecto aunque sea a partir
de la obra de arte. La segunda es necesaria para transmitir tanto
este como otros mensajes que se quieran con mayor exactitud. Hay
obras que priorizan las primera postura y otras que optan casi
exclusivamente por la segunda. Hoy en día, conociendo ambas, quizás
convenga buscar ese punto concreto intermedio que hagan multiplicar
la potencia de la obra escultórica.
Volviendo al
tema inicial. Entorno al proceso creativo también viene implícito
un importante proceso de Meditación. En muchos de estos casos la
elaboración técnica de la obra suele ser mecánica, repetitiva
incluso, debido al conocimiento interiorizado del mismo,
principalmente, y por su consecuente relativa facilidad. Esto da
lugar a que la mente se “divida”. Mientras una parte de nuestra
concentración sigue ligada al desarrollo de la obra, la otra divaga.
Es posible que estos pensamientos nada tengan que ver con la obra que
se está llevando a cabo, preocupaciones personales principalmente.
Pero conviene que dirijamos esta meditación hacia problemáticas
intrínsecas del tema que estamos tratando. Esto nos puede acercar un
poco más a conseguir volcar ese “voltio” en la obra de arte del
que se hacía mención en la cita anterior del artista y escritor
Louis Cattiaux. El hecho de estar creando algo físico, corpóreo,
instigado por una idea concreta puede potenciar nuestros pensamientos
entorno a ella. Y por lo tanto cabe esperar que, de algún modo, esta
potencialidad pueda ser volcada y devuelta a la misma obra durante su
elaboración a nivel físico. (Por si se cuesta confiar en ese tipo
de carga psicológica, que intuyo no es posible mediante una
intencionalidad intelectual sino más bien emotiva).
Es un camino
que se traza, en linea más o menos recta y ascendente, hacia el
espíritu. Ya que partiendo de lo físico, aún ejercitando el cuerpo
externamente al materializar una imagen, es sobre la que se apoya
nuestra psique. Del mismo modo ocurre cuando observamos “esa”
obra de arte que nos transporta muy lejos sin movernos del lugar, en
el que pensamos una eternidad en tan sólo un instante. Se desbordan
nuestros pensamiento más allá de la mente, acariciando el corazón,
incluso yendo más profundo y que a la vez los y nos eleva. Nuestra
alma se ensancha para ganar terreno en los terrenos de lo espiritual
en el inconsciente. Y en los que a pesar de no encontrarnos de pleno
en ellos, nos hacemos una ligera idea de lo que puede llegar a
significar.
Para favorecer
esa concentración de la que hablábamos es importante conocer la
técnica adecuada con la que vamos a trabajar el material en
cuestión. Y para conocer esa técnica es muy recomendable tener a un
buen Maestro que te las enseñe. Eso favorecerá que puedas
prescindir algo más de la atención que requiere la elaboración de
la obra en cuestión, para hacerla divagar en planos mentales que
aunque alejados remitan directamente a lo que se está tratando.
Porque sólo conociendo las regla podemos romperlas con adecuación.
Esto nos permite ir un paso más allá y sorprender con algo
visionario u original. (Me gustaría hacer distinción de estos dos
conceptos parecidos pero diferentes al mismo tiempo. Los dos aluden a
revelaciones nunca antes materializadas. Pero así como la primera
proyecta su mirada hacia un futuro impredecible, no hay que olvidar
que la raíz etimológíca de la segunda es: Origen. Porque “La
originalidad es la vuelta a los orígenes” dijo Antoni Gaudí, algo
que conviene no olvidar por si se diera el caso de alguna posible
falta de creatividad). Para causar esa sorpresa, esa exaltación
imprevista, la que suele venir de un tipo de perfección que tan sólo
uno mismo sabe apreciar. Seguir la norma nos permitirá tanto llegar
con más facilidad al observador como marcar el sutil contrapunto que
la rompa y otorgue nuevos significados para crear nuevos y adecuados
mundos.
Para acabar,
haré una pequeña mención acerca del Animismo. (11) Esta es una
creencia que otorga alma y consciencia propia a todo elemento
natural. Se dice que los animales son conscientes de estas energías.
En lo que a nosotros respecta, debemos entenderlo como el lenguaje
propio de los materiales. Si bien no nos hablan directamente, lo
hacen desde su composición, limitando y condicionando nuestra forma
de trabajarlos. Esta es su manera de hablar. Aunque resulte difícil
de asimilar te invito a que reflexiones la idea desde una perspectiva
científica. Considerando que todo lo existente esta formado por
átomos, y estos al fin son energía igual que nosotros ¿por qué no
otorgarles esa vida propia? A una muchísimo más baja escala
vibracional, por supuesto. Sé lo que estás pensando y entiendo tu
escepticismo pero si hay algún lugar para hablar de ello es aquí.
Por eso no está demás respetar, por si a caso, ese espíritu que
reside en todas las cosas. Y quien sabe si crear un vínculo afectivo
a modo de hechizo que nos permita, al menos, acabar la pieza de la
mejor manera posible.
INTENCIÓN-
INTUICIÓN: UNA JUSTIFICACIÓN DEL IMPULSO CREADOR
La motivación
del Artista va directamente ligada a una necesidad interior, como
pulsión inherente al individuo. (12) Con esta afirmación rescatada
de las teorías del libro “De lo espiritual en el arte” de
Wassily Kandinsky, nos hacemos partícipes de un modo de hacer que
por fin apareció justificado y argumentado sobre el papel. De manos
de un artista tan influyente y reconocido como él, podemos confiar
en y justificar muchos modos de hacer artísticos que no siempre son
aceptados por el público o la academia. Se trata de aquellas
temáticas que no tienen un asidero teórico y conceptual concreto
debido a su dificultad de ser definidas. Obras que, por ejemplo, se
acercan o participan de la abstracción, de la acentuación de la
naturalidad de los medios, la primacía de la composición, el color
y la luz, el gesto, de imaginarios poco o nada definidos, y que por
lo general se materializan con medios creativos casi primigenos tales
como la pintura, la danza o la música. Conviene recordar la genial y
famosa frase del artista con la que definió muy acertadamente en que
consistían estos tipos de creación desde su perspectiva pictórica:
“En general,
el color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el
alma. El color es la tecla. El ojo el macuto, y el alma es el piano
con sus cuerdas. El artista es la mano que, mediante una u otra
tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana”. (13)
Teorizó sobre
varios conceptos pictóricos tales como las formas (de las que
priorizó las básicas geométricas y elementales para estos fines),
de la composición y el ritmo (no hay que olvidar que “padecía”
sinestesia y tenia un gran interés por la música, hecho que nos
hace entender con más fácilidad sus intereses por acercar la
creación pictórica a la espiritualidad), el movimiento (que podemos
citar como metáfora de su entender el arte en continuo cambio y con
necesidad de regenerarse continuamente...). Aunque fue con el Color
donde encontró su mejor baza para demostrar de manera más evidente
los pensamientos que intuía. Resulta fácil de entender si tenemos
en cuenta la relación directa que este tiene con la Luz y esta a su
vez con lo Sagrado (14). Llegó a establecer unas bases teóricas que
relacionaban psicología y ciencia tan acertadamente que se han
seguido utilizando y teniendo muy en cuenta durante los años
posteriores a su publicación, en todo tipo de ámbitos. Teniendo
este tratado como principal referente, mi tarea es hacer algo
equivalente (aunque mucho más modesto) y complementar lo ya dicho
con conceptos que se acerquen a la escultura.
“La
ineludible voluntad de expresión de lo objetivo es la fuerza que
llamamos necesidad interior y que hoy reclama una forma general y
mañana otra distinta”(15), dice Kandinsky. Complementándola
admitiendo que la fuerza espiritual que conforman las formas actuales
tan solo son etapas que permiten llegar a otras de nuevas. Una
verdadera obra de arte no es necesariamente atemporal, valida y pura
en significado en cualquier momento de la historia, lo es porque ha
significado un nuevo escalón que permite seguir ascendiendo en los
mundos del arte. Por ello es necesario contextualizarla, y así
hacerla útil para presentes y futuras reflexiones y creaciones.
Para delimitar
la intención creativa es necesario participar de una libertad de
elección, pero esta no es absoluta (ya que implicaría un caos
difícil de interpretar), esta viene marcada por el plano interior
moral, la necesidad interior de hacer visible lo objetivo. Que viene
dado inevitablemente desde la subjetividad más pura y menos
influenciada. Ese es su deber frente al arte. La intención de crear
una obra que hable por si sola, separada del artista, que adquiera
vida propia. Que participe de la atmósfera espiritual provocando
vibraciones anímicas.
C. G Jung
equiparo la psique con el Alma. Y M. Eliade afirmaba que lo sagrado
de nosotros mismos, lo que nos acerca a la espiritualidad, se
encuentra en el inconsciente. Lo Sacro ha de ser por necesidad
compartido (cultural o socialmente), y esto se nos hace comprensible
en cuanto al Inconsciente colectivo y el uso de arquetipos se
refiere.
Cultivar una
intuición superior (16): partiendo del instinto, atravesando el
intelecto y accediendo finalmente a la conciencia interna o
Intuición; nos ayudara a afinar nuestras intenciones creativas con
adecuación. La búsqueda, tanto intelectual externa como meditativa
interna, de arquetipos nos puede ser de gran ayuda. Preguntas como:
¿qué es lo que realmente quiero o necesito?, tanto como cualquier
otra persona del mundo por muy lejos que esta esté, en el tiempo
incluso. Imaginarnos como recién llegados a este mundo e
interaccionar con él con la inocencia pura de un niño pero con la
madurez intelectual de un hombre. Buscar verdades primigenias a
través del impulso creativo, sin fin definido pero con decisión en
el camino. Construir las sensibilidades propias que nos recuerden el
poder de control y dominio del devenir, de nosotros mismos.
En cuanto a
esto cabe remarcar la figura de Jorge Oteiza. El escultor e
intelectual vasco tan sumamente comprometido con los mundos del arte
que pasó sus últimos días alejado de la escultura, sumido en un
profundo pesimismo respecto a la creación contemporánea que ya nada
tenía que ver (según su visión constructivista) con lo que
realmente debía ser el Arte: un regenerador del individuo. Para él
el arte ¡debía crear hombre! y no adormecerlo ni embelesarlo
estéticamente. Todo un intelectual que tiene teorías exquisitas
sobre el individuo prehistórico y su triste desconexión con el
actual, sobre métodos de creación analíticos y filosóficos, o
sobre su tradición y cultura vasca. Pero es en sus vacíos, espacios
metafísicos, donde el volcaba sus ambiciones filosóficas de
remitificar y recuperar el ámbito sagrado y protector perdido del
hombre con respecto a su entorno.
“El momento
cumbre de un escultor, del artista en general, es cuando se da cuenta
lo que le había llevado al arte, lo que le pedía, le ha contestado.
(…) El arte es un puente una preparación para otro tipo de madurez
mucho más importante: la madurez moral para la vida con los demás.
El artista es un hombre incompleto y débil. El arte no es un
lenguaje natural, son lenguajes para fabricar hombres, y
concretamente para repararlo en las épocas de cambio en que el
hombre y la sociedad necesita de este reajuste de la sensibilidad de
control y dominio de la naturaleza.” (17)
Volviendo al
tema pero sin alejarnos de esta aura espiritual en la que nos
encontramos, terminaré este apartado con un ejemplo idóneo sobre el
tema. Que además remarca la importancia del uso del arquetipo como
una buena herramienta para potenciar el impulso creador: allí donde
termina la psicología y comienza la metafísica “El Libro Rojo”
(18) de Carl Gustav Jung. ¿Como es posible que alguien con pocos o
ningún conocimiento previo práctico en arte haya conseguido
elaborar una obra pictórica de tal calidad? Entre otras cosas fue
debido a sus profundos conocimientos de psicología y los
conocimientos espirituales que posteriormente compartió junto a
muchos otros especialistas y teóricos en el Círculo de Eranos. (19)
Con esta obra
magna lo que intentaba era enfrentarse a su inconsciente, sus
imágenes interiores. La estética del libro remite a una ascética
que consiste en tomarse a uno mismo muy en serio. Una ofrenda los
dioses para despertar el ojo interior. Donde las imágenes son las
auténticas protagonistas, considerando las palabras ineficaces para
expresar experiencias. Y es que incluso llegaba aconsejar a sus
pacientes que hicieran este tipo de ejercicio a modo de construirse
“su propia catedral”, para conocer y conformar el Alma. Llegó a
idear un método que le permitía acceder a sus reinos intermedios de
la imaginación, equivalente a los Mundus Imaginalis (20) (lugar
donde los cuerpos se espiritualizan y los espiritus se materializan)
de H. Corbin, mediante la técnica de imaginación activa (21).
En definitiva,
es en lo más profundo de nosotros mismos donde encontramos la
verdadera potencialidad del arte, aunque en ocasiones para hallarla
debamos realizar una ardua búsqueda casi inconsciente hacia nuestros
adentros (compartidos).
HACIA UNA
ESCULTURA ESPIRITUAL
Es más fácil
alcanzar planos espirituales mediante experiencias estéticas,
apoyados en imágenes. Se podría decir que el Arte comenzó con ese
objetivo. No sólo la imagen es propicia para ello, hay infinidad de
actos artísticos que tanto observando, pero más interviniendo y
experimentando de primera mano, nos dirigen a estos ámbitos
gnósticos.
Al hablar de
Arte Sagrado deberíamos dejar de lado la relación de ideas fácil
que nos lleva a las religiones actuales y más a las creencias que
nacieron de los primeros pensadores de la humanidad. Las pinturas de
las cuevas de Altamira son un ejemplo claro; los rituales y danzas
performáticas de los primeros chamanes, las tallas o cerámicas
funerarias de los pueblos primitivos, ... Son algunos casos en los
que los poderes místicos se experimentaban mucho más cercanamente
bien delegados a un individuo, cercano (importante), o directamente
por influencia individual. El primer caso es el del que se encargaba
de pintar en las paredes de la cueva o guiar los rituales de la
comunidad, el segundo el del individuo que es capaz de hacer presente
la presencia de un familiar fallecido en una imagen, por ejemplo.
Por ello opino
que el verdadero artista es aquel que trabaja en mostrar al mundo el
poder que tiene a nivel individual y por consiguiente como comunidad.
Quiero decir, que debe mostrar que lo divino se nos puede hacer
presente en nuestro día a día sin necesidad de alienarlo a
personajes ficticios (como se hace presente a primera vista en las
religiones monoteístas occidentales). Hecho que quizás es lo que
haya dado lugar a idealizar falsos iconos de poder centralizado en
figuras políticas, actores, músicos, deportistas, etc. Para
fomentar las fuerzas espirituales (símbolo de verdadero poder) que
nacen de lo más profundo del individuo, como algunas creencias
orientales así lo muestran. Potenciar una búsqueda de crecimiento
personal activa y delimitar y reubicar las de enriquecimiento externo
o pasivo. Deconstruyendo ídolos. Porque aunque no lo hagan
intencionadamente, muchos son los artistas que participan de esta
sacralidad intrínseca a la creación artística en formas,
intenciones y significaciones aparentemente profanas. Mediante una
hierofanización de la materia, caracterizando lo que se llama
religiosidad cósmica. (22)
El artista
debería ser consciente de ello. Después de todo “al crear de la
nada” haciéndose valer de los medios naturales, podríamos decir
que es de las figuras que más se acerca a lo que consideramos como
divina. Ahora es el momento de hacer ver a todos que no se precisa de
cualidades extraordinarias para ello, y que es en nuestra manera de
ser, de relacionarnos y de vivir nuestro día a día cotidiano donde
podemos sacar verdadero provecho de lo que nos define como humanos.
El estudio del
Símbolo (23), así como de otras ramas de conocimiento como la
filosofía hermética o la alquimia, nos pueden ayudar también a
estos fines. Conviene recordar que el Símbolo es interventivo, es
decir, requiere de acción, experimentarlo. En ello el artista
creador debería ser plenamente consciente, debido al proceso de
creación/investigación que ha de llevar cabo para realizar su obra.
El principal problema al que debe enfrentarse el artista y uno de los
ejes principales entorno al cual debería moverse su trabajo es el de
cómo hacer llegar y motivar de la manera más precisa posible estos
conocimientos experimentados al espectador. Y acercar de nuevo el
arte a la comunidad, ya que quien lo aprecia suele hacerlo desde una
visión común, que le hace unirse aún más tanto a la sociedad que
le rodea como al resto de ellas, apelando a lo más extraordinario de
su condición humana.
El ser humano
tiene que recuperar esa mentalidad prehistórica que vive dentro de
si y combinarla con su yo más contemporáneo. Aquella que miraba al
cielo y proyectaba en él las incógnitas de las que hablaba su
corazón. Aquel que divinizaba todo su entorno para protegerse y
aliarse a él. Esa atención que profería sobre la naturaleza, sin
filtros racionales, más con vibraciones anímicas, se le era
devolvida debido a su potencialidad emisora que a día de hoy se
podría identificar como un tipo de fe, aunque profana en la
definición actual del término.
Quizás fuera
ese nuestro paraíso del que hablan los Evangelios. En el que se
vivía una vida tan conectado a la naturaleza que te aportaba todo lo
que podías necesitar. Y que fuera esa desconexión de nuestra parte
femenina con su entorno (Eva y la manzana) el punto de inflexión
primordial en el que se comenzó a priorizar nuestro raciocinio como
arma de doble filo que nos permitiría avanzar y mejorar en la
evolución. Aunque que esto significara el progresivo alejamiento de
la pureza de nuestros orígenes.
Por suerte,
ese tipo de fe pagana de proyección de nuestras inteligencias
emocionales nunca se ha perdido del todo. El principal exponente de
ello es el arte, que desde siempre, más o menos influenciado por las
corrientes ideológicas´ de las diferentes épocas, ha sacado
siempre a relucir la llama de nuestras pasiones internas. El único
capaz de recordarnos con mayor precisión nuestro lugar en el cosmos.
Así, el Arte podría convertirse en nuestra nueva religión. Viendo
a los artistas como filósofos y teólogos indirectos a los que
escuchar y de los que aprender. Como ya se lleva haciendo desde
siempre reconociendo sus talentos y disfrutando de sus obras. Pero
ahora más si cabe, para contagiarnos de sus pasiones, sus maneras de
vivir la vida, para aprovecharla con mayor intensidad, y sacarle así
a esta todo el jugo que nos es capaz de aportar. Haciendo lo que se
quiera, amando lo que te rodea, agradeciendo lo dado, y tomando las
riendas de un posible destino marcado.
“El hombre
religioso no puede vivir sino en un mundo sagrado, porque sólo un
mundo así participa del Ser. Esta necesidad religiosa expresa una
inextinguible sed ontológica. (...) El hombre religioso está
sediento de Ser. El terror ante el caos que corresponde a su mundo
habitado responde a su temor ante la nada, el espacio desconocido que
se extiende más allá del Mundo, espacio no cosmizado, puesto que no
está sacralizado.” (24)
La
Espiritualidad es necesariamente inmaterial. Este es un dilema al que
se enfrenta tanto la escultura como las demás creación artísticas
plásticas. Aunque esto no implica una necesaria imposibilidad si
somos capaces de analizarla dese de la potente figura retórica
oxímoron. Como decía Oteiza, el arte ha de servir para construir
hombre, una vez este está realizado la obra de arte pierde su valor.
Porque el Reino espiritual se erige en nuestros propios corazones. La
verdadera potencialidad de sus obras, son los vacíos que pensaba
para ser llenados tanto de experiencia como de conocimiento
intelectual sobre lo innombrable. Del mismo modo actúa, o actuará,
la Sagrada Familia de Gaudí, en la que la misma catedral pierde su
valor estético para crear los éxtasis sensibles y místicos de la
gente que va a visitarla. O de la obra pictórica de Van Gogh, en la
que el artista erigía sus propios mundos, incomprensibles para los
ajenos a sus visiones, pero con los que invitaba a crear los propios
más allá de convecionalismos.
Yo no me
considero cristiano pero participo de la figura de Jesús, de sus
mensajes de amor, comprensión y paz. No soy Hinduísta pero
participo de sus colores, de sus prácticas meditativas y de
conocimiento de nuestro cuerpo interno. No practico el Taoísmo pero
sus teorías me ayudan a encontrar mi lugar con respecto a la
Naturaleza. No creo en las doctrinas inamovibles del Islam pero si en
sus sublimes representaciones artísticas y actos de peregrinación.
No entiendo demasiado de tribalismos pero si de su necesidad de crear
tradición y costumbres en comunidad.
Ser religioso
hoy no es practicar una religión, ya que pocas son las que han
conservado su mensaje primordial. Ser religioso hoy es encontrar las
herramientas necesarias para apreciar y participar de lo sagrado en
nuestro día a día.
Porque creo
que es posible llevar a cabo una recuperación de los mundos
espirituales de los que nos hemos alejado o se nos han sido
arrebatados. Aunando contrarios...: progreso y tradición, placer y
deber, activismo y pasividad, esfuerzo y gozo, valores y miedos,
defectos y virtudes, positivismos y pesimismos, introversión y
extroversión, elogio y crítica, masculinidad y feminidad, instinto
y reflexión, perdida y encuentro, hablar y escuchar, recibir y dar,
razón y sentimiento, amor y odio, profano y sacro, ascenso y
descenso, muerte y vida.
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